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lunes, 26 de abril de 2010

DE POCOS A MENOS

Otro fin de semana de refrendos independentistas en Cataluña. Otro fin de semana de borreguismo inaccesible al desaliento. Uno podría pensar que, si efectivamente en esa región española existiera un verdadero afán independentista, un "ansia de libertad" como la que predican algunos de sus políticos, la gente se echara a la calle en masa para confirmarlo, depositando un papel en las miles de urnas que, a la sazón, reparten por el territorio.

Pero no. No nos engañemos. A los catalanes les importa un rábano. Como un rábano les importaba el nuevo Estatuto de Autonomía, cuyo referendum contó con una participación absolutamente irrisoria que, ya de por sí, debería ser suficiente para invalidar su aplicación. Porque, opino, para dar luz verde a una modificación legal tan importante como es un nuevo Estatuto, lo mínimo que hay que pedir es que haya una voluntad social y popular suficiente.

Sin embargo, en el caso del Estatuto, como en el caso de los Gilireferendos independentistas, el único interés que se observa es el de la clase política, enfrascada en lograr, de la manera que sea, incrementar su cota de poder y, sobre todo, incrementar el montante de dinero público que poder manejar a su antojo. Eso, y no otra cosa, es lo que pretenden. Al final, siempre es cuestión de dinero.

Y si se demuestra una vez y otra y otra que al común de los catalanes todas estas historias les importan un comino, menos aún les interesa a esos políticos lo que piense el ciudadano medio catalán, no te cuento del resto de España.

Que el referendum no interesó como para ir a las urnas a la mitad de los catalanes... da igual. Con los que fueron vale. Que a los referendums independentistas van menos todavía... ¡qué más da! Se trata de ir sembrando para poder recoger algún día.

¡Qué importa que cada vez vayan menos! Los políticos tienen lo que quieren. Lo que pretenden, que no es otra cosa que convertir una opinión absolutamente minoritaria en el conjunto de la población, como fue el sí al Estatuto, como es el sí a la independencia, en absoluto dogma de fé.

Y a partir de ahí, arramplar con lo que puedan.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay mas que ver quien ha votado para darse cuenta del fracaso de una votación donde solo han participado apenas un tercio de la población catalana: jovenes de 16 años en adelante (la mayoría miembros de grupos ultraizquierdistas), militantes de la Ezquerra y los inmigrantes que viven allí aunque no estén empadronados.
Con lo que, si quitamos a los inmigrantes (este no es su país y no deberían tener voz y voto en el terreno político, yo no me inmiscuyo en quien manda o deja de mandar en Marruecos, por ejemplo) el resultado se traduce en un fracaso estrepitoso cada vez mayor.

patapumchimpun dijo...

Mientras este tipo de consultas carezcan de validez legal, son completamente inútiles.
Es difícil movilizar a la población a votar en unas elecciones comunes (con el nivel político de este país no debería sorprender y es algo que tiende a agudizarse), con lo que no debería de sorprender a nadie que lo sea aún más en el caso de consultas que carezcan de cualquier valor vinculante.
No sólo no son todos los independentistas quienes se movilizan para tomar parte en ellos, sino que tampoco los unionistas o quienes, simplemente, se posicionan en contra de la independencia lo hacen, cuando también podrían tomar parte.
Sería bastante interesante que medios de comunicación de toda índole dejaran de dar tanto bombo e interés a este tipo de consultas sin validez legal y pudiesen celebrarse consultas con garantías en las que los partidos participasen defendiendo sus ideas como en cualquier otra campaña.
Pero, claro, eso sería un país que consulta a sus ciudadanos más de una vez cada tres o cuatro años. Y este no lo ese.

P.D: Ya he pasado. Aupa Athletic y un saludito :P

inisfree dijo...

Pero, patapumchimpun, es que se pretende enganchar a la sociedad a batallas que no la interesan.
La gente, lo que pretende, es vivir tranquila, en paz, ganarse en sueldo y poder llevar una vida tranquila.
Los fuegos artificiales, para las fiestas.
La política debe centrarse en lo real y tangible para las personas.
No en empeñarse en un innecesario e injustificado intento de separar lo que siempre ha estado unido... y luego, claro, pretender que otros no se quieran separar de tí, a su vez.