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lunes, 18 de octubre de 2010

MR. ORSON WELLES



La pasada semana se cumplieron 25 años de la desaparición de uno de los más grandes del Séptimo Arte, de uno de los mayores genios que ese fascinante mundo nos ha dado. Ese día, a los 70 años, moría de un ataque cardíaco, sólo dos horas después de ser entrevistado en "The Merv Griffin Show", Orson Welles. Ese mismo día moría también Yul Brinner.

No tengo la más mínima intención de detallar pormenorizadamente el trabajo de este inmenso actor, director, guionista. No pretendo analizar su maestría con la cámara, su legendaria dirección en "Ciudadano Kane".

Tan sólo pretendo, como humilde aficionado al cine de siempre, a las leyendas del clásico, homenajear a un hombre que nos dio títulos inolvidables y nos procuró momentos irrepetibles. ¿Análisis metafísicos, metafóricos, alegóricos? No los esperéis de mí. Me gusta el Cine porque me entretiene, porque disfruto. No espero de él moralejas, significados últimos, conclusiones imperecederas. No. Eso lo podéis encontrar en otros foros de críticos especializados. Yo no lo soy.

A mi me encanta el cine de Orson Welles por la sencilla razón de que, cuando veías sus películas, te dabas cuenta de que asistías a algo especial, que no se trataba de un título más, otra película, otro guión. Hay había "algo", "algo más". Hay estaba la obra de un autor diferente.

No hace falta vivir en 1941, ver las películas que se hacían entonces, para darse cuenta de que "Ciudadano Kane" era otra cosa. Todo era distinto en ella. Hay películas que pierden con el tiempo. Otras ganan. "Ciudadano Kane" es una de ellas. Como las obras de los grandes pintores, de los grandes músicos, este film es intemporal. Es una obra maestra. Para muchos críticos, dicho con todas las salvedades que requiere una afirmación así, es la mejor película de todos los tiempos. No es mi favorita, pero lo entiendo.



Por ella, Orson Welles se convirtió en uno de los 6 actores que han sido nominados al Oscar por su primera interpretación, junto a otros como James Dean o Montgomery Clift.

Pero, de hecho, y es cuestión de gustos, a mí Welles me gusta aún más en títulos posteriores. Tengo debilidad, por ejemplo, por "La dama de Shangai", donde dirigía a su todavía esposa, Rita Hayworth, aunque ya en los últimos coletazos de su matrimonio, lo que se notó en el rodaje. Como no recordar la sensacional escena final en la habitación de los espejos. Sencillamente inimitable.



Ese mismo año, 1947, hizo "Macbeth", pero mi siguiente película favorita de su filmografía la encuentro en 1949; en este caso, Welles no la dirigió. Lo haría Carol Reed. "El tercer hombre". Una película maravillosa con una banda sonora que ¿quién no conoce?

Me encantó, también, "Mr. Arkadin", de 1955. Pero, sólo dos años después, escribiría y dirigiría su, para mí, más grande obra, "Sed de mal", interpretada, junto a él, por Charlton Heston y Janet Leigh. Quien la haya vista, seguro, convendrá conmigo en que es una cinta sensacional, cargada de un ambiente irrespirable, con protagonistas atrapados por un destino oscuro, tan oscuro como el mismo film, pesimista, triste.
Su primer plano, de tres minutos, tardó 15 días en rodarse.



En esta película, en un papel secundario, aparece, también, Marlene Dietrich. Esta otra leyenda del cine diría de Welles: "Habría que hacerse la señal de la Cruz al oir su nombre."



Se podrían contar muchas más cosas de este gran hombre. Llegarían después grandes títulos como "Campanadas a medianoche" o "El proceso". Se podrían escribir múltiples anécdotas más o menos curiosas o importanes. Desde los 18 perritos calientes seguidos que se comió en cierta ocasión, al apadrinamiento de su hija con Rita Hayworth por Frank Sinatra. De su intento, durante años, de llevar a la pantalla a Don Quijote, a su decisión de no poner la voz a Darth Vader en "La guerra de las galaxias". De su interpretación en la radio de "La guerra de los mundos", con el consiguiente estado de pánico creado entre la población (uno de los momentos más grandes de ese medio) a su amistad con Joseph Tito.



Pero lo que nos debe quedar con Orson Welles, o con otros nombres como el suyo, es el recuerdo de un Cine que ya no existe, de una historia de directores, actores, actrices que, hoy en día, no tienen apenas unos escasos dignos sucesores. El Cine es grande, y lo es por genios como el suyo, o como John Ford, o Hitchcock. Por actores y actrices como Jimmy Stewart, o Gary Cooper, o John Wayne o Katherine Hepburn... Por tantos y tantos nombres. Estos días, con el cuarto de siglo de la muerte de Orson Welles, aprovecho para homenajearle, humildemente, en este blog. Y a través de él a todos esos grandes monstruos de la pantalla, grandes genios inolvidables e imperecederos. Los que han convertido al Cine en uno de las más bellos Artes.

12 comentarios:

Bucan dijo...

Veo que eres un cinéfilo del cine clásico. Quizás sea el auténtico cine, porque cada vez más, entre efectos especiales, y el 3D, y todo eso, me parece que están desvirtuando bastante al cine.

Welles era un fenómeno. Y con dos narices, porque con Ciudadano Kane desafió a uno de los hombres más poderosos de su época, al magnate de la prensa Hearst. Por cierto, que Welles habla en la película de una palabra que empleaba Kane, Rossenbud, o algo así, que nadie sabía que significaba. Y era el nombre con que Hearst llamaba en la intimidad al coño de su amante. El cabreo del magnate al ver que Welles conocía sus intimidades hasta ese extremo y las ponía en una película, es de imaginar.

inisfree dijo...

Rosebud, Bucan. No sabía esa anecdota pero, sí, le pega a lo que conoemos de Welles. Un hombre que no se plegaba a nada ni a nadie y, menos, a los productores de Hollywood, lo que le causó no pocos problemas a la hora de desarrollar sus ideas.

Anónimo dijo...

Buen homenaje a un grande y uno que hizo que las peliculas fueran realmente un Arte.
Los actores que señalas (Jimmy Stewart, o Gary Cooper, o John Wayne o Katherine Hepburn) junto con algunos más del Cine francés y del bitánico, produjeron el magnetismo hacia los locales de proyección.
Nada que ver con lo que hay ahora.

Anónimo dijo...

No he visto ninguna de esas películas que mencionas, pero si que conozco la historia acerca de la que se montó en los USA cuando retransmitió "La guerra de los mundos".
DEP.

Maribeluca dijo...

Yo soy más de Ford y otros, lo cuál no impide que reconozca su genio...me quedo con la que lió en la radio con La Guerra de los Mundos...

inisfree dijo...

Nada que ver, Tellagorri. No parecen dedicarse ni a la misma profesión. Poco me encontraréis a mí en las salas de cine. Soy un clasicorro, ya lo sé.

inisfree dijo...

Fue algo hoy en día inimaginable, soldado. Se creó tal conmoción y estado de pánico que costó devolver las aguas a su cauce. Los americanos se creían invadidos por los alienígenas. Imagina como tuvo que realizar Welles la narración.

inisfree dijo...

Yo, Maribeluca, también soy más de Ford (y no sólo por "El hombre tranquilo", que por sí sola, valdría. "La diligencia", "Centauros del desierto"...).

En cualquier caso, en el mundo de los directores no manejo los favoritismos como con los actores.

Natalia Pastor dijo...

Un auténbtico genio, con películas antológicas y obras maestras como "Ciuddano Kane", "Sed de Mal","La dama de Shangay" o "Campanadas a medianoche".
Personalmente me quedo con "Sed de mal",aunque para el Instituto de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Nueva York y para la mayoría de los cinéfilos y amantes del cine, "Ciudadano Kane" es su obra suprema.

Además era un "bon vivant", un ser que amaba España y disfrutaba de la vida, del buen yantar y el buen beber, de las compañías femeninas, de un buen habano y una corrida de toros.

inisfree dijo...

Coincidimos con "Sed de mal", Natalia. Y, sí, no lo comenté, pero era un enamorado de la buena vida y de España... como tiene que ser.

aspirante dijo...

Me pasa como a tí, Inisfree: voy al cine a que me hagan pasar un buen rato, no a que me vendan burras filosóficas para justificar subvenciones.

inisfree dijo...

Y a que sienten cátedra, aspirante. Pero ya sabes, los hay que no dejan pasar oportunidad de adoctrinar.