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miércoles, 7 de julio de 2010
NUESTRA BANDERA
Recorriendo España estos días, se puede apreciar, por doquier, un inusual aumento de la presencia de los colores nacionales en los espacios públicos. No son las Instituciones las que lo han hecho posible. Ha sido el ciudadano de a pie. No podemos obviar que esta situación se da gracias, como no, a los resultados que la Selección Nacional está cosechando en el Mundial de Sudáfrica, dónde hoy mismo, por primera vez en su historia, que no es poco decir, va a disputar una semifinal.
Sólo por esto ya deberíamos alegrarnos. Y lo digo porque vivimos en un País donde da la sensación de que sentimos vergüenza a la hora de mostrar nuestros colores, nuestros símbolos.
Hace ya tiempo escribí sobre este asunto. Recuerdo que lo hice cuando ví en un programa de televisión a un presentador que llevaba puesta una camiseta en gris con la bandera americana. Me pareció perfecto, ¿por qué no? Pero a raiz de ello pensé que, en realidad, no era nada raro ver en nuestras pantallas, en nuestras calles, en nuestra ropa, símbolos de otras naciones, de otras culturas. Lo que sí era mucho más difícil de ver en esas mismas pantallas, calles, ropa, eran símbolos nuestros, símbolos españoles.
Mirando al resto del mundo, el ejemplo más claro que se puede poner es el de los Estados Unidos. Allá donde mires, en ciudades, pueblos, empresas, despachos, clases, te encuentras con la bandera de las barras y las estrellas. Es parte importante de su ser y su cultura el amor a esos colores. Es su principal modo de demostrar el patriotismo. Y, pienso, ¡cuán lejos estamos nosotros de igualar esos sentimientos!
España es un país en el que, en gran parte de su territorio, se vive como si del extranjero se tratara. Los movimientos nacionalistas e independentistas periféricos, crecidos al amparo de la falsificación histórica y el adoctrinamiento de sucesivas generaciones, tienen muy claro lo fundamental que es la simbología a la hora de amalgamar una sociedad en torno a sus ideales excluyentes. Llevan a cabo una defensa a ultranza de sus banderas e idiomas como herramientas necesarias para alejar a la sociedad de la realidad histórica, que dicta que esas regiones siempre han sido España, en ellas siempre se ha hablado español y en ellas siempre han nacido españoles que vivieron, lucharon, trabajaron y murieron por España.
Por desgracia, estos elementos están logrando su objetivo. A pesar de ser, incluso una minoría en sus regiones. Pero han logrado que el resto de los españoles, en muchos casos, vean como algo antinatural la exhibición de símbolos de la España de todos. Es impensable que, por ejemplo, el presentador que mencionaba al principio de este artículo, hubiera lucido una camiseta con la bandera española en lugar de la que lucía con la americana. ¿Hemos visto alguno alguna vez? Ni se lo plantean. Se sientan más o menos españoles, ni se imaginan la posibilidad de demostrarlo más de lo estrictamente necesario por temor a ser calificados de "fachas" o de cualquier otra lindeza, por temor a molestar a la audiencia de ciertas regiones, por temor a contrariar a algunos españoles que sólo entienden a nuestro país como una suma de naciones diferentes, y que, por tal motivo, siempre buscan priorizar los símbolos diferenciadores por encima de los igualadores.
Pero ésto ha sido posible por la desidia de unos gobernantes que han permitido que este Estado de cosas se perpetúe. Y, por lo tanto, es labor de ellos el darle la vuelta a la tortilla. Y, para ello, se debe legislar en el sentido que nuestra Nación necesita para recuperar esas señas de identidad en todo el territorio.
No podemos seguir siendo un País en el que la bandera sólo se exhibe donde es absolutamente necesario. E, incluso, se permite saltarse eso a la torera en no pocos casos.
No debe existir, y mucho menos en las regiones con movimientos separatistas, ningún aúla escolar sin su bandera nacional. Ésto no implica que no se pongan también las banderas menores, pero estamos hablando de la absoluta necesidad de que las futuras generaciones convivan y vean con absoluta normalidad y naturalidad, la bandera del país donde viven. También es imprescindible legislar, con severidad, para asegurar el respeto a esta bandera y el justo castigo a quien la denigre. Hay que conseguir que sus colores vayan calando poco a poco en muchos niños que, hoy en día, pueden vivir durante años sin encontrarse con ninguna en sus calles, en sus vidas.
Con el idioma debe ocurrir lo mismo. Aún siendo correcto y adecuado el uso de las lenguas minoritarias, que no dejan ser parte importante de nuestra Cultura, debe ser obligatorio que toda placa, o anuncio o formulario, sea redactado, también, en español. Todas las administraciones deben estar obligadas a cumplir este requisito. Y ser sancionadas en caso de no hacerlo así.
Es una labor urgente y necesaria para nuestra España. Para su futuro en común. Y el Gobierno debería ponerse a ello. Mucho pedir, me temo, para un Partido como el socialista, cuya defensa de la Nación española deja mucho que desear. Pero no es tanto exigir para el Partido Popular. Y ahí es donde yo les querría ver. Desprendiéndose de sus complejos, defendiendo sin tibieza nuestros símbolos y erradicando esta permisividad hacia el desprecio y el ninguneo que sufren en algunas regiones.
Lo que me temo es que el PP tampoco tiene mucha voluntad de molestar a los que pueden acabar siendo sus "amigos" necesarios. ¿Verdad?
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16 comentarios:
Pues no pides nada, Inisfree!
Que en España se respete la bandera española y el idioma de 400 millones de personas!
En los años de la transición el lucir una bandera española era síntoma inequívoco de ser un franquista irredento y fue desterrada del espacio público, mientras que era seña de modernidad, de pensamiento democrático y virtud ciudadana el exhibir la ikurriña (que es la bandera del PNV no del País Vasco, que no se nos olvide, y que por obra y gracia de un ex franquista como Martín Villa pasó a representar a toda la región) o cualquier otro trapo recién acuñado que representase a alguna autonosuya.
En el año 83, el día que sorteaba para irme al servicio militar, estuve a punto de ser detenido por la policía por llevar un llavero con los colores de la bandera en pleno centro de Madrid.
No sé ni cómo le eché valor (con 18 años)para decirle al agente que yo no cometía ninguna ilegalidad y que si era detenido le denunciaría por detención ilegal, pero aquel mismo día vi meter a muchos chavales en los furgones por llevar una bandera española.
El PSOE encabeza, junto con los nacionalistas, un movimiento para disgregar España, aunque a veces se envuelven en la bandera por motivos tácticos.
El PP de Mariano se ha sumado a tales planteamientos sin hacerlo público, de tapadillo y tratando de engañar a sus votantes.
Harán lo que sea por un cargo.
Asco dan.
Lo único que puedo decir ante el patriotismo futbolero es que me da asco. ¿Que respeto tengo que tener a los individuos que me odian a causa de mis ideas políticas al verles gritar el nombre de España, un nombre que yo estoy harto de repetir todos los días, cuando no hay fútbol?.
Pero el acomplejamiento de los españoles ante los símbolos nacionales es típico en todos los lugares. Por ejemplo, en las zonas castellanas también se mira mal su presencia fuera del fútbol o los ayuntamientos, y por parte de individuos apolíticos, por que el separatismo castellano es algo anecdótico.
Inisfree, es la KULTURA. Ya no hay Cultura, sino flolklore o folclore y se da en todos los campos. Aquí son capaces de asesinar a todo un convento de monjas y ponerse rodillas ante un Paso de Semana Santa y hasta llorar.
Los conceptos de patria, bandera, himno, como todo er mundo sabe, los inventó Franquito. Y nadie quiere ser tildado de franquista aunque todos vienen de familias franquistas, digan lo que digan.
Por otra parte están los que sin venir a cuento y como estandarte político de ideología fascista llevan la bandera hasta en los calzoncillos.
Es increible, pero cierto, lo que dices, aspirante. Pero son años de trágala progre. De aceptar sus ideas, gustos, historias... De callar aquello que pueda molestarles, aunque sea un poquito, o aunque sea una verdad como un piano.
A mí me parece una sinvergüencería mayor, lo suyo. A un paso de la traición, en no pocos casos. Aunque sea un término anacrónico y en desuso.
Pero ¿por qué ese estar mal visto, soldado? ¿Qué explicación lógica hay? O simplemente es que somos idiotas. Que nos negamos a defender lo nuestro con el mismo ahinco que el resto del mundo defiende lo suyo.
La obsesión de la izquierda de relacionarlo todo con Franco raya en lo enfermizo, Tellagorri. Si dispusieran de un poco más de cultura, de unos conocimientos históricos más amplios, a lo mejor se llevaban una sorpresa. Pero volvemos a lo de siempre. A aquellas palabras de Zapatero donde calificaba a la Nación que preside de "discutido y discutible". ¿Qué podemos esperar después de escuchar algo así?
¿Consideran Arzalluz o Carod a sus "naciones" algo "discutido y discutible"? A que no.
vale innisfree, no digo que no me alegre la visión..pero ¿no es triste que sea a cuenta de una pelota...? resulta que ahora todo el mundo tenía una, pero no se ven el 12 de Octubre, y cada vez menos en el Corpus, y eso me cabrea y por eso- yo que casi siempre la pongo en tales fechas- ahora no me ha dado la gana ponerla (lo cuál no conlleva que no me alegre cuando marquemos gol y ojalá acierte el pulpo)
Bueno, Maribeluca, si mi frutero me hace un descuento, no le pregunto porque hoy sí y ayer no. Lo disfruto y punto.
Lo que se trata, en efecto, es de que esto no sea una excepción. Por eso hablo de cambiar las cosas desde un punto de vista incluso legal.
Pues yo creo que hay que cambiar la bandera por la de las dos tibias y la calavera en fondo negro. Y el Himno por el de la banda sonora de "El Padrino", que tampoco tiene letra. Van mas acordes con nuestros dirigentes y con nuestra sociedad.
Dams:
Imaginativa solución.
Qué gran verdad dice Tellagorri: aquí matamos a 20 noticias y luego nos hincamos de hinojos al paso de la procesión!
Kultura o esquizofrenia?
Hay que cambiar a la sociedad entera. Pero, como pasa con el fútbol, eso no puede ser. Así que cambiemos al entrenador, al de la Moncloa, jeje.
Al final el fútbol actúa como pegamento social, como medio de unión de un pais fragmentado en diecisiete virreinatos de opereta.
Alrededor de un balón,una selección y una bandera, la sociedad rescata por un momento el orgullo de ser y sentirse español, el descubrir todo,lo mucho que nos une y conforma nuestra historia.
Es triste que este patriotismo llegue a través del fútbol y que tanta bandera rojigualda que engalana balcones,calles y plazas de nuestras ciudades, sean flor de un día.
Los españoles sólo se acuerdan de que lo son cuando la Selección consigue triunfos. Entonces sí sacan las banderas a los balcones cuando se pasan el resto del año acomplejados. No la muestran para manifestarse en contra del despreciable Estatuto de Cataluña, por ejemplo. No hay remedio.
Natalia y Eva, qué duda cabe de que tenéis razón. Pero, creo, debemos intentar ver la botella medio llena.
Primero, que sea el fútbol el que provoque esta reacción, o sea otra cosa, a priori, no me importa. Me alegro por ello y nada más.
Segundo, para que, en estos casos, afloren esas expresiones patrióticas y esos sentimientos, es condición sine qua non, que existan, aunque habitualmente latentes. Pero si partimos de esa premisa, se trata de promover, en la medida de lo posible, situaciones que los hagan salir.
Yo, insisto, deberíamos ver la rojigualda "hasta en la sopa".
Amigo inisfree, el problema es que en este paìs hay mucho ignorante progre que confunde la rojigualda datada de tiempo de S.M. Carlos III con Paco Franco, gente ignorante por doquier que inunda las filas de los partidos de la margen izquierda del rìo de la polìtica...la bandera es el sìmbolo del paìs y no de ninguna ideologìa polìtica, sino de todos los hombres y mujeres que acrecentaron la gloria patria.
Al final ves que podìamos ser optimistas con nuestra selecciòn? ya solo nos falta un pasito para la gloria.
Saludos.
A ver, Carolus, a ver. Yo tengo más miedo a Robben que a un nublado. De todas formas, parece que en el equipo no cunde la misma euforia que en la afición.
Mejor. El primer paso para perder la final es creerla ganada.
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