Junto a la oficina donde trabajo, tenemos un almacén, una nave, para el material. No hace mucho, empecé a ver un pajarillo que volaba, asiduamente, por ahí. Dado que la ventana de la oficina me pillaba de frente, pude observar (sin por ello dejar de desempeñar mi labor con la brillantez habitual) que el pajarillo iba trayendo hojas y pequeñas ramitas e iba colocándolas en una caja donde teníamos guardados unos artículos.
Ya había acumulado un buen montón para su nido cuando nos fue reclamado dicho material, que ya llevaba largo tiempo en la nave. Me veía en la tesitura de tener que quitar las hojas para sacarlo, pero no quería deshacer al pajarillo la casita que se iba montando.
Cogí una caja de cartón vacía y, aprovechando que vi que el animalillo marchaba a por más hojas, con cuidado (no hubiera ya algún huevo) volqué el nido en la nueva caja, dejándola en el mismo sitio que estaba la anterior.
Cuál no sería mi sorpresa cuando, al dar un paso atrás, vi al pájaro (un petirrojo si no me equivoco), que me observaba desde unos tres metros, apoyado en un listón y con otra ramita en la boca como pensando: "¿Qué narices hace este señor en mi casa?"
Me volví a la oficina y vigilé a ver qué hacía. Se acercó a la caja y se quedó fuera sin soltar la rama. Entró y salió, sin soltarla. Parecía que notaba que algo había pasado, que le habían cambiado el hogar y que ya no era el suyo. Tras remolonear un poco más, por fin, dejó lo que traía y marchó a por más. Yo tenía miedo de que no le gustara y se marchara, pero funcionó la cosa.
Han pasado ya unas cuantas fechas y ayer, a la vuelta del fin de semana, pude constatar que nuestro amigo ya no está solo. Tiene una amiguita y, en el nido, ya han empezado a criar. Los dos mayores van y bien, constantemente, a por, imagino, comida. Supongo que, en breve, empezaré a oir un coro de pios-pios.
Y os preguntaréis que para qué os cuento yo todo esto. Pués ya véis. No todo es política en esta vida. Hay otras cosas, cosas, creo, mucho más bonitas, que merecen la pena.
Lo he querido compartir con vosotros por si a alguien le gusta la pequeña historia.
15 comentarios:
Eso me recuerda un ratón de campo al que le cogimos cariño y hasta le pusimos nombre "Garbancero" porque una vez nos encontramos un puñado de garbanzos en el cajetín de la lavadora...pero claro, eran un problemilla esas cosas.
Yo tenía un pollito amarillo que me seguía a todas partes por casa y como corría me daba miedo cargármelo de un pisotón.
Muy bonito y muy de observador de la vida de verdad. Vivirás disfrutando de la vida porque el común de los mortales actuales NO tiene tiempo para fijarse en estas cosas.
"Garbancero". Bonito nombre, Maribeluca. Aunque, supongo, le explicariais que los garbanzos ya tienen su sitio para guardar, ¿no? Que en la lavadora, como que no pegan, jeje.
Candela, algo parecido le pasó a un pato que tuvimos unos días en cierta ocasión en casa. Algo me contaron cierto día que volví del cole y ya no estaba, acerca de mi madre y un accidenta pisotón.
Pero, bien mirado, me pregunto si fue así realmente como acabó la historia...
No, mejor no pensar tanto.
Los animales no son tontos, como cambies algo lo extrañan.
A mí de pequeño me gustaban mucho, pero ya no les presto tanta atención. Eso si, de vez en cuando me distraigo observando a las palomas o a los gorriones.
Espero que los petirrojos no sean como las golondrinas.
Me encantan los animales, Tellagorri. Y veo muchos en los paseos que doy con mi perra. Aves preciosas, pero también corzos (cada semana me paso un rato persiguiéndoles por obligación, ya que debo llevar a la perra cogida para que no escape tras ellos), jabalíes, ardillas, algún zorro...
Pero, no sé por qué, esta historia con el petirrojo me está gustando sobremanera.
Creo que no, soldado. La verdad es que me alegran el ojillo cuando estoy ahí en la ofi, con trabajo hasta las orejas (como pasa las últimas semanas). Es agradable verles ir y venir.
Es una bonita historia de preservación de la vida delicada en sus mínimas expresiones, tiene como un aire minimalista y zen muy sugerente
Saludos blogueros
Gracias, José Antonio. Ahora ya puedo confirmarlo. Hay cinco polluelos.
Una preciosa historia, seguro que estás disfrutando con el asunto... ahora eres como Donald, tienes no 3, 5 sobrinos... y el pájarillo debe estar encantado de la vida...
Ya te veo adoptando al petirrojo y su prole.
Estas pequeñas historias son las que nos alegran los días.
Lanseros, al pajarillo se le ve feliz. Y a su pareja, aunque no sé cuál es cuál. Es bonito asomarse y ver los picos para arriba, pidiendo comida.
Así es, aspirante. Aunque imagino que según crezcan las crias, marcharán y dejarán el nido. Pero nos alegran los días, sí. Sobre todo en momentos como este en que, aventuro, antes de una hora, el TC dará luz verde al Partido político que los asesinos quieren para poder votar.
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